Cultivo de la canna o achira

Cultivo de la canna o achira flor

La achira es una planta provista de grandes rizomas carnosos y tallos erectos que suelen formar grupos densos en el jardín. Las hojas adquieren una forma lanceolada y son de color verde pálido. Las flores, de forma tubular, nacen en racimos terminales al final de un grueso pedúnculo.

Información sobre el género Canna:

Nombre común: Achira, Caña de India, Lengua de dragón.
Nombre científico: Canna.
Familia: Cannáceas.
Especies comunes: Canna indica, Canna iridiflora.

Consejos para el cultivo y cuidado de las cañas de las Indias:

Las achiras necesitan una exposición soleada y muy abrigada, ya que son plantas muy sensibles al frío y a los vientos, aunque sean ligeros. Pueden emplearse en la realización de arriates de flor y en macetas. Para jardineras de ventana y para el interior de la casa pueden emplearse las hermosas variedades enanas, que no superan los 50 centímetros de altura.

Con respecto al terreno, son plantas muy poco exigentes y rústicas, por lo que pueden plantarse en cualquier tipo de suelo, siempre que no sea muy calcáreo y drene bien. El momento más propicio para realizar el trasplante de los rizomas es a finales de la estación fría o principios de la templada. La distancia más conveniente para situarlos serán unos 30-50 centímetros.

Los riegos deben ser abundantes durante el verano y menos frecuentes el resto del año, suprimiéndose casi del todo en el invierno.

Un mes antes de la plantación es interesante aportar al terreno un abono de tipo orgánico bien descompuesto. No requieren aportaciones especiales de materia mineral, pues les suele bastar con sus reservas.

Entre las enfermedades, la más frecuente es la podredumbre de las yemas producida por una bacteria (X. cannae), que ennegrece los botones florales y acaba provocando su muerte. Se recomienda pulverizar los rizomas antes de plantarlos y las yemas florales con soluciones comerciales de estreptomicina o terramicina. Entre los insectos, son frecuentes los gusanos blancos y las orugas, que se combaten con insecticidas.

En zonas de veranos calurosos, pero con inviernos crudos, es aconsejable cubrir los rizomas durante el invierno con una capa de paja, ceniza o grava de unos 15 centímetros de altura que se retirará cuando haya pasado el riesgo de heladas.