La violeta africana y otras plantas relacionadas

Cuidados de la Violeta Africana y otras plantas relacionadas

La violeta africana es una planta idónea para espacios interiores, que se destaca por sus hermosas flores y sus pequeñas dimensiones.

Entre las fanerógamas idóneas como plantas de interior permanentes, ninguna familia es tan importante como la de las Gesneriaceae, o gesneriáceas. La mayor parte de sus especies son relativamente pequeñas, pero todas poseen un atractivo follaje y flores de exquisito colorido. Entre ellas se encuentran en primer lugar la violeta africana (Saintpaulias) y la gloxinia, seguidas de las Achimenes y las Collumneas. Estas últimas, como otros tres miembros importantes de la familia —Aeschynanthus, Episcea e Hypocyrta—, son rastreras naturales.

Todas las gesneriáceas necesitan calor, sombra y humedad para crecer. El truco está en establecer un equilibrio feliz. La oscuridad de una habitación mal iluminada, con pocas ventanas, no es la solución, ya que las plantas necesitan algo de luz para crecer bien. Por otra parte, hay que evitar que reciban la luz del sol directamente. Sin embargo, incluso este tratamiento puede servir para algunos tipos —las violetas africanas en particular— que toleran sorprendentemente los lugares soleados sin sufrir daño alguno, siempre que sus flores y hojas disfruten del riego suficiente. Estas flores y hojas se arrugan pronto en el sol si continúan en terreno mojado.

Violeta africana

Sin ninguna duda, la planta preferida de la familia de las gesneriáceas —y quizá de todas las plantas de interior— es la violeta africana (Saintpaulia ionantha). La razón principal de esta popularidad es indudablemente su capacidad para florecer libremente a lo largo del año —aunque el verano y el otoño son las mejores estaciones—, junto con su aspecto compacto y su brillante colorido. Fue descubierta en las montañas de África Oriental en 1892, aunque sus posibilidades como planta de interior no fueron constatadas hasta la década de 1920.

Aparentemente, hay un sinnúmero de variedades de violetas africanas, sin contar más que se irán añadiendo todavía con el tiempo. Algunas duran un período de tiempo razonablemente largo, mientras que otras desaparecen rápidamente. El azul en sus muchos tonos es el color básico de esta flor, pero también las hay blancas, rosas, rojas y bicolores, con formas sencillas y dobles. La lista de nombres es apabullante y una ojeada al catálogo de un especialista revela que encontrar nuevos nombres para nuevas’ introducciones debe constituir un problema bastante grave. Aunque las flores son, desde luego, el atractivo principal, las hojas también son bonitas. En forma de corazón, ligeramente carnosas y de un color verde oscuro en la parte del haz, con una textura aterciopelada, presentan el envés marrón oscuro en algunas variedades.

El hecho de que haya tantos cultivadores comerciales y personas particulares dispuestos a ocuparse de hibridar estas encantadoras y pequeñas plantas constituye una considerable ventaja para el que cultiva en el alféizar de su ventana uno o dos ejemplares de esta familia. Las flores individuales y los racimos de flores han mejorado mucho a expensas de su reconocimiento en éstos últimos años, pero al mismo tiempo se ha producido un considerable paso hacia delante con el desarrollo de una cepa más resistente de Saintpaulia.

Entre los cuidados de la violeta africana se podría comentar que le gusta condiciones agradablemente cálidas con temperaturas no inferiores a los 19 °C, ya que las permanentemente bajas dan a la planta un aspecto marchito, canijo y sin vida. También es esencial la luz adecuada, y las plantas mejorarán mucho, tanto en su aspecto como en su crecimiento general, si reciben luz artificial durante la noche; no obstante, hay que tener cuidado y no acercarlas mucho a las luces fuertes, pues correrían peligro de marchitarse tanto el follaje como las flores.

Dar consejos al principiante sobre el riego de cualquier planta presenta muchas dificultades, ya que no hay reglas definitivas que sea posible establecer como guías. Sin embargo, si puede decirse que la saturación de las raíces es el peor de los fallos, de modo que hay que procurar regar las partes secas. Esto, desde luego, es lo que sucede en las Saintpaulias, siempre sin olvidar que las plantas han de dejarse secar un poco entre aplicación y. aplicación. No usar nunca agua fría y evitar que caiga sobre las hojas o las flores, ya que estas se marchitan muy fácilmente, sobre todo si las plantas se encuentran sometidas a luz solar directa mientras todavía están mojadas.

Solamente es necesario trasplantar cada dos años, y el nuevo recipiente debe ser sólo un poco mayor que el antiguo. Es fundamental una mezcla de tierra turbosa invirtiendo las cantidades de turba y arcilla roja, para obtener así una composición mucho más ligera. Sino, puede emplearse una mezcla turbosa comercial o una mezcla especial para Saintpaulia. No apretar hacia abajo al plantar.

No conviene trasplantar con demasiada frecuencia: en una mezcla nueva, las plantas tienden a crecer mucho más vigorosamente de lo que les conviene, y mientras están creciendo activamente de este modo tienden a producir muy pocas flores. Cuando la maceta está bien llena de raíces, casi todas las plantas florecerán generosamente. A las más reacias se les puede estimular a florecer manteniendo las raíces más secas de lo normal, o alimentándolas con un fertilizador que contenga una elevada proporción de fosfatos; los fertilizadores con mucho nitrógeno tienden a estimular más el desarrollo de las hojas a expensas de las flores.

Las violetas africanas no son difíciles de hacer brotar de semillas, necesitando una temperatura de germinación de 18 a 21 °C. Se pueden multiplicar las plantas predilectas por división, pero el método más fácil es el de los esquejes. Estos arraigan con mucha facilidad en una mezcla de turba y arena a unos 20 °C, o incluso con los extremos de los tallos simplemente metidos en agua.

Para conseguir unas buenas violetas africanas, el factor realmente importante es garantizarles luz, calor y humedad en medidas razonables dada la situación del interior, ya que aborrecen positivamente toda condición que no cumplan con sus necesidades.

La violeta africana es una planta maravillosa para cultivar en interiores debido a su belleza y cuidado sencillo.
La violeta africana es una planta maravillosa para cultivar en interiores debido a su belleza y cuidado sencillo.

Gloxinia

De la familia de las gesneriáceas, el segundo lugar, después de la violeta africana, lo ocupa la gloxinia, cuyo nombre botánico es Sinningia speciosa. Con sus largas hojas aterciopeladas de color verde oscuro y sus grandes flores acampanadas, constituye en conjunto una planta de lo más flamante. También es una de las más fáciles de cuidar de todas las que florecen en verano, y una de las de más bello colorido. Sus flores pueden ser violeta, púrpura, escarlata, carmesí, rosas o blancas, con muchas flores bicolores.

Estas plantas son fáciles de hacer brotar de semillas, sembradas en poca cantidad a una temperatura primaveral, y trasplantadas gradualmente a macetas algo mayores a medida que las van llenando con raíces. Es fundamental emplear una mezcla despejada, de tipo turboso. Con el tiempo forman tubérculos que pueden conservarse de un año para esto dejando secar las plantas, una vez que han perdido su atractivo. Guardar los tubérculos en condiciones cálidas y secas, y ponerlos a crecer en primavera enterrándolos basta la mitad en turba húmeda y en un lugar elido. Trasplantarlos a una mezcla más compacta cuando hayan desarrollado varias hojas nuevas. Estas plantas también se pueden incrementar añadiendo esquejes foliares de plantas sanas.

La gloxinia es una herbácea perenne originaria de las zonas amazónicas de Brasil de hojas bellamente aterciopeladas que luce unas flores atrompetadas de colores variados que van desde el blanco hasta el púrpura.
La gloxinia es una herbácea perenne originaria de las zonas amazónicas de Brasil de hojas bellamente aterciopeladas que luce unas flores atrompetadas de colores variados que van desde el blanco hasta el púrpura.

Otras plantas parecidas

De los demás miembros de la familia de las gesneriáceas, la más conocida es la Achimenes, la que hay muchas especies y variedades mire las que elegir. Crecen hasta los 25 ó 30 cm de altura, con vistosas flores de forma de trompetilla en un amplio abanico de colores. El período de florescencia se extiende desde comienzos del verano hasta el otoño.

Estas plantas tienen rizomas que se forman como las secciones superpuestas de una piña de pino, y se pueden obtener nuevas plantas desprendiendo estas secciones y plantándolas individualmente en turba húmeda y en un lugar cálido. El nombre común de la Achimenes en algunos lugares planta de agua caliente procede del hecho de que, si se sumerge el rizoma en agua caliente antes de plantarlo y hacerlo crecer —al final del invierno—, desarrolla hojas mucho más deprisa. También se pueden obtener nuevas plantas de semillas sembradas al comienzo de la primavera o de esquejes de ramitas cortados en la misma época. Siempre que se mantengan húmedas, razonablemente calientes y alimentadas, pueden contarse entre las plantas de interior más fáciles de cuidar.

Con similares rizomas escamosos, la Kohleria no necesita el tratamiento del agua caliente para acelerar su crecimiento. Debe dársele un tratamiento similar al de la Achimenes, pero es una planta mucho más activa, que crece hasta el metro o más. Sus flores tienen también forma de trompetilla y hay variedades en colores diversos, rojo, rosa y naranja.

Más pequeñas que las Kohlerias, pero también de crecimiento alto, son otros tres géneros de la familia: Gesneria (que da su nombre a éste), Rechsteinera y Smithiana. Todas ellas presentan racimos de flores estrechas tubulares o campaniformes en colores brillantes —sobre todo rojos— y florecen en otoño. Son tuberosas —como las gloxinias— pero necesitan una temperatura media de 21 °C. En otros aspectos, pueden ser tratadas del mismo modo que las gloxinias. Sin embargo, las Gesnerias, aunque empiezan a crecer al principio del verano, no florecen hasta el invierno.

Para terminar, otra gesneriácea importante aparte de las que se describen es el Streptocarpus. Sus hojas bastante ordinarias carecen casi de tallo, y sus flores en forma de trompetilla crecen de tallos bastante parecidos a los de las primaveras. Hay muchas variedades muy delicadas con flores en blanco, rosa, rojo, violeta o azul, y florecen durante muchos meses en condiciones cálidas y ligeramente sombreadas. Pueden ser obtenidas con la misma facilidad de semillas y de esquejes.

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